Me vine a vivir al campo

Me vine a vivir al campo

Si me regreso unos cuantos meses atrás, cuando estábamos en cuarentena estricta y no había señales de una vacuna en el horizonte, escapar a zonas alejadas y menos pobladas para pasar el confinamiento con más libertad era un deseo constante para muchos y mi esposo y yo no éramos la excepción. La modalidad de trabajar desde casa para él, era ya algo habitual y que hacía desde mucho antes que llegara la pandemia. Para mí, en cambio, con la creación de La Troja tienda, el trabajo en casa apenas comenzaba: diseñar productos, hacer moldes, confeccionar, tomar fotos, publicar los productos, vender, empacar, despachar, atender a mis clientes, buscar ideas de contenido y todo lo que conlleva crear un emprendimiento, eran labores que iban a iniciar día a día, desde mi casa. Todo nuestro trabajo en casa funcionó perfectamente, pero pasar las 24 horas del día, los 7 días de la semana en el apartamento, saliendo únicamente al supermercado y/o a la droguería, nos hizo ver que el espacio en el que estábamos era en verdad pequeño. 


Carlos Mario (mi esposo) y yo, siempre hablábamos de irnos a pasar nuestra vejez a un lugar pequeño y tranquilo: una casa en el campo cerca de un pueblito bonito, así como en el que yo nací: Suaita (ubicado en el departamento de Santander a 4 horas de Bogotá por si quieren algún día irlo a conocer 😊). Era nuestro sueño para la vejez, y ya íbamos dando pasos en esa dirección; sin embargo, el covid nos hizo darnos cuenta que queríamos más verde en nuestro alrededor, aire limpio en nuestros pulmones y escuchar nítidamente a los pajaritos cada mañana de nuestro presente. 

Con este deseo en mente, tan pronto las cifras relacionadas con el Covid-19 mejoraron, y las medidas de confinamiento se flexibilizaron, armamos maleta y nos vinimos a pasar unas semanas alejados de la ciudad. Las semanas se convirtieron en meses, y al regresar a Bogotá, sentíamos nostalgia del ritmo de vida que dejábamos aquí para cambiarlo por uno totalmente diferente. Un buen día, en el auge de la nueva normalidad, Carlos Mario me preguntó. -Vida, ¿qué te parece si nos vamos a vivir a Suaita del todo, al menos por un tiempo? -. Y pensé, es arriesgado, pero es algo que nos gusta, que queremos en algún momento de nuestra vida y que el covid nos ha hecho desear con más fuerza que antes.  


Lo pensamos mucho, le dimos muchas vueltas, hicimos números, incluso listamos los pros y los contras de esta decisión y heme aquí, escribiendo este artículo desde mi escritorio con vista a los árboles y el canto de unas mirlas que amenizan la tarde. El trasteo, la adecuación de nuestra nueva casa y todo lo que eso conlleva ha requerido y requiere tiempo y esfuerzo. Aún no hemos acabado; de hecho, seguimos en obra y adecuaciones, pero vamos con calma, acoplándonos al ritmo de vida que tiene un lugar pequeño, en este caso, la disponibilidad de materiales y de las personas que nos ayudan a materializar este sueño. 


Es agradable volver a mi pueblo natal, saludar en la calle a personas que conoces de siempre, comprar cosas en la tienda y que te saluden con tu nombre, reencontrarse con amigos, caminar despacio por la calle, tomarse un jugo de mandarina recién hecho en la panadería del parque, salir el domingo y comprar en el mercado frutas y verduras directamente a quienes las cultivaron (muchas de las cuales espero en un futuro poder cultivar en mi casa) o alumbrar con vela cuando se va la luz en la vereda, eso hace parte de nuestra nueva vida y lo disfrutamos todo!. Este cambio de hogar, trae también, una transformación para La Troja tienda. Si bien la pandemia generó un aumento en la confianza de comprar por internet (al menos en nuestro país) y el fortalecimiento de las empresas transportadoras de paquetes y mercancías, hoy valoro la experiencia que he tenido como cliente en las tiendas de mi pueblo y quiero buscar la posibilidad de brindarte a ti y a todas las personitas interesadas en cuidar nuestro planeta, la oportunidad de ver de cerca, tocar, sentir y conocer la esencia y la historia que tienen todos y cada uno de los productos que hago, pero también soy plenamente consciente que sola no puedo hacerlo. 


Por esta razón he decidido abandonar una condición que creí que jamás cambiaría en mi emprendimiento: la distribución de mis productos. Recuerdo responderle mensajes a muchas personas que me preguntaban si vendía mis productos al por mayor con un rotundo no. Hoy, con una percepción distinta, inicio la búsqueda de aliados para mi marca, quienes, en su tienda física, compartan mi visión de luchar por un mundo con hábitos sustentables, con productos que respeten al planeta y a las comunidades.  


Como acción inicial quiero contarte que tengo planeado asistir a las ferias, eventos y exposiciones que se realicen cerca a la zona en la que ahora vivo para llevar estas opciones reutilizables y artesanales a mis amigos y vecinos. Te estaré contando dónde y cuándo por si coincidimos en alguno de ellos. Esto es todo lo que tenía por contarte, quería hacerlo hace rato, pero como comprenderás el trasteo, la adecuación de nuestra nueva casa y todo lo que eso conlleva me mantienen ocupada, no obstante, procuro no descuidar la tienda online, ni las redes sociales contándoles cositas que me parecen interesantes. 


Gracias por llegar hasta aquí, y sé que tú también vas a materializar aquellos sueños que guardas en lo más profundo de tu corazón, confiando en que todo lo que te pertenece ya viene en camino. 
 

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